Las civilizaciones antiguas concebían al ser humano como un microcosmos, y a través de su comprensión, buscaban conocer y profundizar en el universo.
Su ideal de vida ha sido representado en el arte y en la piedra, creando así obras escultóricas que evocan esas leyes de armonía que rigen la naturaleza.
Estas grandes obras representan para nosotros mensajes del pasado, que nos invitan a reflexionar sobre nuestra historia como humanidad, sobre el sentido de la vida y sobre el misterio que representamos dentro de este macrocosmos.